Diana Nieto, profesora de Educación especial y Coral Otermin, madre de un joven con discapacidad intelectual , se cuestionan desde el amor y la responsabilidad cómo aportar calma en el desconcierto generado estos días ante la noticia de la aplicación del proyecto de ley de Educación especial.

Miedo  a lo desconocido ilusión por lo que vendrá.

Da miedo, mucho miedo. Da miedo enfrentarte a un sistema que no sabes si responderá adecuadamente a las necesidades de lo más preciado, TUS HIJOS….

Frente a este sentimiento, nos da seguridad saber que contamos con una modalidad educativa como la educación especial, que podrá ser vivida o no como segregadora, pero que resulta ser una comunidad muy especial que acoge y acompaña, y esa humanidad y sensibilidad a veces se echa en falta en otros entornos. Pero habrá que asumir la realidad de que esta escuela sí es excluyente , y lo es porque no llevas a tus otros hijos o, a sus hermanos, a ese mismo centro.  La Educación Especial aporta tranquilidad a las familias porque sus profesionales saben responder a las particularidades de cada alumno adaptando todos sus recursos educativos y de evaluación.

En cualquier caso, no se puede hablar de elección de escolarización en igualdad si no existen los mismos estándares de calidad para ambas opciones. También es necesario reconocer y aceptar que un sistema dual es contrario al marco legal descrito por la Convención de Derechos Humanos.

Resulta casi imposible abrir la mirada para contemplar otras opciones educativas porque el sistema, a día de hoy, no está preparado; tiene mucho que mejorar y a quien afecta directamente es a nuestros propios  hijos y a nuestra vulnerabilidad como familia.

Que difícil elección pues, sabiendo que tu ideología se aferra a unos principios pero los recursos del colegio donde debería ir tu hijo, no se acercan a tu expectativa de calidad.

Vivimos un momento histórico tras la publicación de la noticia del Proyecto de Ley de la Comunidad de Madrid respecto a la educación inclusiva, y debido al revuelo mediático muchas familias y maestros de educación especial, expresan su opinión y desconcierto partiendo de su visión particular en las redes. Esto a veces no ayuda y puede generar una tensión innecesaria. Falta mucha información y es un tema lo suficientemente sensible como para que seamos escrupulosos a la hora de pronunciarnos.

Por todo ello, en este momento, queremos dirigirnos especialmente a todos los profesionales PT, AL, Orientadores, Maestros y equipos Directivos que con sentido común y empatía se desviven día a día, haciendo a veces juegos malabares, yendo contracorriente para llegar a ese alumno especial, sin dotación, aun cuando el centro no es capaz de atender sus necesidades y no se cuenta con apoyos reconocidos, provocando una situación de frustración máxima. Os animamos a seguir con esa labor y que no decaiga vuestra convicción a pesar de esas dificultades.

Y compañeros de educación especial,  también conocemos vuestra realidad, valoramos y entendemos vuestro trabajo; somos conscientes de lo que ha cubierto hasta hoy, pero es momento de escuchar cómo viven otras muchas familias, la difícil situación de ser fiel a unos principios sabiendo que los recursos son muy deficitarios.

Con facilidad, el discurso del profesional se reitera en el hecho de que acompañar a los alumnos con necesidades educativas especiales en su desarrollo irá en detrimento de la atención a las necesidades del resto de sus compañeros, utilizándose rápidamente esta idea como argumento de peso para justificar la falta de recursos en el sistema. ¿Qué ocurre entonces con los derechos de ese alumno y de su familia que aun así, deciden por convicción, que esa es su modalidad ideal aunque tenga carencias y sea deficitaria?. Nosotros estamos convencidos de que estas familias también necesitan elegir contando con opciones dignas, de calidad y excelencia educativa. ¿Es argumento suficiente como para que eludamos la responsabilidad que implicará el cambio? A nuestro entender no, pero todas las opiniones son bienvenidas.

Es necesario reivindicar que las maestras y maestros cuenten con formación específica y suficiente para atender la diversidad que compondrá su alumnado.

Creemos que el sistema educativo actual no está dando respuesta a todas estas familias, y queremos poner el acento en el sistema; eso es lo que debe cambiar.

No debemos utilizar el término “inclusión“ con ligereza y sólo cuando como profesional  asumamos nuestras posibles carencias de actitud o formación para llegar a todo nuestro grupo aula en igualdad de condiciones, sin poner el acento en el alumno con una condición concreta, podremos dejar de referirnos a la búsqueda de prácticas de calidad. Exijamos todos, familias y comunidad educativa unidos, el cambio necesario para que se cumpla la Convención y particularmente su artículo 24.

No dejemos pasar más tiempo para TRANSFORMAR y pongamos el acento en las carencias del sistema.

CAMBIEMOS LA MIRADA para asumir la responsabilidad que todos los alumnos de nuestra aula esperan de nosotros como profesionales y no será necesario hablar de inclusión

La INCLUSIÓN es respeto, aceptación de lo diferente, la INCLUSIÓN también implica, en este momento de cambio de modelo, abrir la mente hacia aquello que no conocemos pero que nos enriquecerá como sociedad.