Como fundadora de Arquitectos de Sonidos y de mi proyecto de Educación Musical inclusiva, quiero comentaros qué significa para mí Educación Musical Inclusiva, por qué me dedico a ello y por qué todos mis talleres y mis clases son inclusivas y, por ende, la diversidad es bienvenida.

Yo creo fervientemente en que la educación, en general, debe estar abierta a la diversidad. La inclusión a nivel social empieza desde pequeños, enseñando (o más bien manteniendo su nivel de empatía sin alterar) a los niños y niñas que lo natural es que todos y todas seamos diferentes, y que todos y todas tenemos el mismo derecho a serlo.

Que la diversidad, del tipo que sea, no debe determinar nuestro destino.

Nadie es más ni menos por tener una diversidad funcional, una discapacidad, enfermedad o síndrome o por ser de un país o de otro.

Así que mi granito de arena a la plena inclusión, aparte de la crianza respetuosa que elijo practicar con mi propio hijo, es haberme volcado completamente a la Educación Musical Inclusiva.

Esto tiene varias ventajas:

  • Una social, como acabo de contaros, ya que favorece el respeto, la comprensión y la empatía.
  • Otra para los niños y niñas típicos, que tienen la oportunidad de conocer y hacer amigos con gran variedad de diversidades que quizás no conocerían en su entorno cercano. Y eso enriquece muchísimo.
  • Y, por último, aunque se suele entender que es el objetivo principal, es para mis pequeños arquitectos de sonidos con diversidad. Ellos y ellas aprovechan más que ninguno los múltiples beneficios que nos regala la música y suele ser un estímulo fundamental tanto a nivel neuronal, funcional, motor, etc., como social. Poder conectar con iguales a través de un lenguaje común como es la música, les da herramientas para mejorar su autoestima, trabajar sus habilidades sociales, trabajar sus dos hemisferios cerebrales, su capacidad de comunicación, y mucho más.

Suelo hablar de peques cuando me refiero a mis clases y talleres, aunque también los imparto para adolescentes, adultos y mayores. Pero es entre los niños y niñas con quienes paso más horas a la semana y son ellos los que suelen demostrar una facilidad innata para compartir con sus compañeros y compañeras diversos.

 

Por otro lado, para poder incluir la diversidad funcional, he diseñado una metodología propia a lo largo de los años, basada en observar y detectar los potenciales y las capacidades de cada niño y cada niña, que permite adaptar las clases a cada individuo y cada grupo, para que todos y todas puedan participar de esta hermosa experiencia.

Me gustaría explicar un poco como lo hago y como es la inmensa diversidad que podéis encontrar en mis clases y talleres y confirmaros que en Arquitectos de Sonidos estamos dispuestos a encontrar siempre la forma más adecuada para que cada alumno y alumna pueda participar y aprovechar al máximo los beneficios de la música.

En todos mis grupos y talleres inclusivos tengo niños y niñas neurotípicos (sin ningún tipo de diversidad funcional) y niños y niñas que presentan diversas afectaciones, unas más severas y otras más leves. De igual manera, algunos son morenos, otros rubios y alguno pelirrojo. Algunos tienen la tez blanca, otros la tienen morena, y alguno color caramelo. Casi todos son españoles, aunque algunos tienen padres o madres extranjeros (y tenemos la suerte de que nos enriquecen con su cultura). Hay peques de familias monoparentales, otros con papá y mamá (casados, juntados o separados), y también con dos papás. La mayoría son hijos biológicos, pero también vienen de hogares llenos de amor donde les han adoptado. Parte de ellos llevan gafas, otros audífonos, silla de ruedas, prótesis, o una férula. Algunos alumnos vienen con sus hermanos a la misma clase. Muchos de los niños y niñas son típicos.

Entre los que presentan alguna diversidad funcional o discapacidad vienen niños y niñas con Daño Cerebral Adquirido o con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) desde la Hemiparesia hasta la Tetraplejia. Algunos de los pequeños músicos también tienen un diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA), leve, moderado o severo, y con y sin leguaje verbal. Otros vienen con un Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), Síndrome de Asperger, Agenesia del cuerpo calloso, Autismo, Síndrome de Down, Síndrome de Williams, Síndrome del cromosoma x frágil, Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Síndrome de Rett, Síndrome de Prader-Willi, Síndrome Sturge Weber, Altas Capacidades y con una Miopatía Nemalínica.

En algunos de los Talleres Inclusivos de Experimentación Musical el porcentaje de niños y niñas con diversidad funcional es muy bajo, quizás 1 o 2 en un grupo de 8. En otros Talleres, son mayoría (6 de 8), y otros la mitad (4 y 4).

Cada grupo tiene una dinámica propia, para potenciar la relación entre todos los componentes de nuestro grupo y permitir que todos y todas participen. Las clases son preparadas de forma específica para ese grupo.

El aprendizaje del Lenguaje Musical lo adapto dentro de mis posibilidades con diversos métodos que ya existen y otros que ingenio yo para cada niño y niña según sus dificultades. Y los instrumentos los adapto con mis propios recursos para que todos los niños y niñas con cualquier diversidad funcional, discapacidad o dificultad, puedan manipular y tocar un instrumento musical hasta donde ellos puedan y quieran, porque los límites se los ponen ellos no se los pongo yo. Les adapto las baquetas a la forma de agarrar de sus manos, les cambio las cuerdas de la guitarra si por ejemplo tienen una hemiplejia, les pongo pegatinas al piano, si tienen dificultad cognitiva, etc.

Para mí la inclusión es esto: si un niño o niña con una parálisis cerebral severa, usa la guitarra como instrumento de percusión, golpeando su caja de resonancia por la parte posterior, estará haciendo música y será tan lícito como el niño que no muestra ninguna dificultad y rasga las cuerdas de la guitarra, usándola como instrumento de cuerda.

Los objetivos a conseguir como profesional, los pongo observando y estudiando en cada niño y niña lo que SÍ puede hacer y sus múltiples capacidades y potenciales, y no quedándome sólo en lo que no puede hacer o no podrá hacer nunca comparándolo con sus compañeros.

En Arquitectos de Sonidos no es importante la belleza o la perfección de la interpretación de una canción… no nos importa como logremos arrancar un sonido a un instrumento determinado y no nos importa si la melodía suena mejor o peor…para nosotros lo más importante es ver como cada niño y niña tenga la dificultad que tenga, puede disfrutar de la música y ser feliz logrando conseguir aquello que ní él mismo pensaba que podría, superándose a sí mismo y demostrándose a él mismo y a los demás que es capaz.

Un ámbito inclusivo no busca que todos y todas consigan hacer lo mismo.

El objetivo máximo de la inclusión es que, ante todo, se respete el derecho a ser. A ser quién eres, cómo eres y cómo funcionas.

Se respetan las personas y con ellas sus necesidades, sus habilidades, sus deseos, sus tiempos, sus formas, sus características, sus dificultades, sus particularidades.

En Arquitectos de Sonidos todas las clases, grupales o individuales, son inclusivas. Cada alumna encontrará su sitio y demandará un ritmo o forma de trabajo. Cada alumno estará en armonía como los instrumentos, distintos todos ellos, y capaces de formar la más grandiosa de las orquestas justamente gracias a su diversidad.

 

El proyecto de Educación Musical Inclusiva que he desarrollado en la última década tiene como objetivo máximo crear un espacio abierto de par en par a todos aquellos que quieran entrar. La diversidad es bienvenida y la celebramos como elemento enriquecedor.

En Arquitectos de Sonidos potenciamos a cada uno para que obtenga todos los beneficios asociados a la música, empezando por el más importante y básico de este mundo multisensorial: la felicidad.

“Manifiesto de lo que quiero ser como niño y niña en esta sociedad y en este sistema”

En esta Sociedad y este sistema en la que vivo, no me hablaron de la luna y sus fases,

de la tierra y sus ciclos, no me hablaron de la muerte como nacimiento,

no me hablaron de la sexualidad como sagrada,

no me hablaron del cuerpo como templo emocional.

 Me hablaron de adaptarme, de encajar,

me hablaron de sentarme siempre en el mismo banco

y ver repetidamente un solo ángulo de las cosas.

Me calificaron con números,

me hicieron sentir a veces más pero casi siempre menos que otro.

 A veces merecía, otras veces no.

 En la sociedad en la que vivo me dijeron que era distraída,

rebelde irrespetuosa, me dijeron que me calle,

que estudie hasta lo que no me guste

y que saque una hoja como amenaza.

 Me quisieron dar miedo, me quisieron sumisa.

me quisieron sistémica, me quisieron sin chistar.

me quisieron obediente, me quisieron prolija.

 Pero nunca nadie quiso

que me descubriera.

Nadie me esperó. Nadie me preguntó

nadie se detuvo a mirarme.

 ¿Cuándo va a existir una sociedad y una educación que nos mire a cada uno detenidamente?

 ¿Cuándo vamos a dejar de querer ser todos iguales?

Somos lobos bautizados perros.

Quiero aullar a la luna sin que me digan loca,

quiero vivir a mi ritmo sin programarme metas.

Quiero sentir sin miedo.

 Te regalo mi estructura, te regalo mi productividad.

 A mi déjame libre, creativa y aunque no te guste y aunque te incomode,

déjame también salvaje.

(Neptuno)

 

 

Begoña González de Garay de León