Leyendo y meditando mucho sobre las palabras que escuchaba de la boca de una gran activista llamada Christine Caine el pasado domingo, pensé en lo sencillo que es ser víctima y lo complicado que resulta resistir, sobrellevar y ultrapasar un pasado, un problema, una circunstancia, una realidad. En seguida me sobrellevan pensamientos de discapacidad, de inclusión, de familias y de resistencias…

Imaginándome una ciudad corriente de cualquier parte del mundo, donde la persona en diversidad, se encuentra tumbado en una camilla, observando, aceptando y esperando junto a los suyos, por la condición que le ha tocado vivir.

Se les conoce por su problema , por su etiqueta,  por su carencia, por su deficiencia.

Nadie sabe como se llaman, no tienen identidad, pero sí diagnósticos .

Ninguno quiere ser cambiado sino aceptados, acompañados, comprendidos respetados.

No son un fracaso, ninguno es un error, todos han sido creados en amor.

Pero a la vez me pregunto, ¿estamos dispuestos a salir de la camilla para formar parte de esa colectividad en plenitud, con la responsabilidad que conlleva ser ciudadano de una parte cualquiera del mundo? ¿estamos dispuestos a tender nuestra mano y ayudarlo a salir de este confort relativo empujando con amor y Fe hacia un nuevo camino?

Está claro que hacerlo, desarrollará todos sus potenciales y hará que empiece a dar frutos como integrante pleno de esta sociedad.  Pero… aceptar la opción válida de quedarse cómodamente en esa camilla, limitará su vida y evitará un desarrollo en plenitud con plena participación y progreso, a pesar de que sea lo que le ha tocado vivir. A pesar de que sea lo que hemos decidido elegir.

Cada día escogemos si quedarnos tumbados o levantarnos para seguir dando frutos. No sólo es cuestión de amor (de una familia, de un amigo, de un maestro…), se trata de libertad. Quizás pienses, cuando grandes cambios se avecinan, que la gente es cruel, que la sociedad es demasiado dura , que se exige demasiado. Pero la realidad es que, estos cambios traerán oportunidades, abrirán puertas y clamarán derechos. Acompaña tu transformación en pasos de acción y verás que no hay nada como comenzar. Sabrás realmente entonces, todo lo que es capaz de hacer.

El legalismo os mantendrá en la camilla. Levantarse y salir de ella, será un gran desafío . Y entonces tendrán nombre aunque sigan teniendo problemas; tendrán identidad, comprensión y aceptación, aunque sigan siendo diferente; entonces ya no querrán cambiarle, sino incluirle , aceptarle, respetarle; y entonces ya nadie será un fracaso, sino un reto, una ilusión.

No hay nada que podamos hacer para cambiar un pasado, una circunstancia o una realidad, pero sí hay mucho que podamos hacer para lograr una transformación, para luchar de pie hacia la construcción de un mundo en el que haya lugar para todos.

 

MONICA ESTACIO